La perdida de un hijo es el dolor mas grande que puede experimentar un padre, esta leyenda urbana ademas de miedo da tambien un poco de tristeza
Un ex militar, recientemente dado de baja, estaba a punto de
ser papá. Tal fue su felicidad por la llegada de aquel varoncito que se dedicó
a pasar mucho tiempo con él.
Cuando el niño cumplió 4 años decidió regalarle una pelota,
con la cual jugaban todos los días. El papá la pateaba lentamente hacia el y el
niño se la devolvía con la mano.
Con el correr de los días, empezó a imitar aquella acción, y
también chutaba el balón para devolvérselo a su padre. Esto se volvió algo muy
común entre ellos, día tras día y tras día, repetían aquella actividad que
compartían juntos.
Uña mañana de domingo mientras jugaban alegremente, por una
distracción de su mujer, el ex militar no se percató de que lanzo algo fuerte
la pelota y fue a parar detrás de unos árboles.
Cuando se dio cuenta de que el niño había ido tras ella, ya
no podía divisar ni a él ni su pelota. Rápidamente fue en su búsqueda pero no
consiguió encontrarlo. Empezó a sentir pánico, busco y busco pero no había
señales.
Pronto se sumaron amigos, vecinos y la policía pero solo se
pudo recuperar la pelota. Después de un tiempo como suele darse en estos casos
se lo dio por muerto.
Pasaron los años, el matrimonio aún sigue junto, él está
desempleado, y la esposa tiene dos empleos, todo se estaba destruyendo. Aquel
pobre hombre pasaba sus tardes lamentándose aquel día mientras miraba las
cartas de rechazo a cada empleo al que aspiraba.
Destrozado, por la pérdida de su hijo, no podía superar el hecho
de haber tenido que enterrar un cajoncito lleno de piedras. Una tarde mientras
sentado en su escritorio miraba las cartas de rechazo sintió un golpecito en la
alfombra, era la pelota que tenía guardada en un estante como su tesoro más
preciado.
Aquel balón le recordaba los días en que solía jugar con el
niño, lo recogió y volvió a posarlo en el estante. Casi inmediatamente volvió a
sentir el golpecito. Con mucha nostalgia chuto el balón como salía hacerlo paso
la pared y regreso como sucedía con su hijo.
Y así estuvo un rato pateaba y la pelota volvía y con
lágrimas en los ojos disfrutaba de aquel juego paranormal como en aquellos
hermosos días. En un momento agarro el balón y lo apretó contra su pecho
mientras lloraba desconsoladamente.
Al día siguiente, con algo de miedo, salió a buscar la
correspondencia con algo de miedo sabiendo que allí estaba las cartas de
rechazo y deudas. Pero esta vez había una carta diferente, un sobre grande
escrito a mano. Dentro del mismo había el trozo de la ropa de un niño y con
sangre decía “gracias por enseñarme el
juego favorito de tu hijo, tal vez así por lo que está pasando podrá ser un
poco mas llevadero”
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